El ambiente que se fue creando alrededor del surf desde los años setenta es conocido de todos. Playas, islas y spots de todo el globo reunían a los despeinados valientes que se atrevían a cabalgar las olas más flipantes. Ni que decir tiene que esos cuerpos son famosos por lucir no solo un perfecto bronceado sino una forma física envidiable.
Se habla de las emociones que despierta como un bálsamo para el espíritu ya seas aventurero o de plan tranqui, hayas practicado deporte o no, tengas la edad que tengas. Sobran testimonios de la superación de los propios límites, la sensación de libertad, las experiencias extremas y los increíbles retos mentales.
Hoy el kitesurf le ha ganado terreno al surf. Las cometas se hacen con el cielo de la costa cualquier día de buen viento. Y es que esun deporte náutico extremo que se puede practicar sin olas gracias al equipo que forman tabla, cometa y arnés. El kite despierta pasiones y genera sensaciones extremas porque su territorio implica tierra, mar y aire, contigo en medio en perfecta armonía.
Si no sabes de lo que hablamos es que tienes que probar ya y, si lo sabes y estás leyendo, es que vienes a por más. ¿Necesitas razones? Las tenemos.
Una mente sana en un cuerpo tonificado (y bronceado)
Sabemos que la imagen mental del cuerpo surfero de la introducción todavía te está trotando. Sí, esa sonrisa de satisfacción, esas mejillas doradas por el viento y el sol, ese pelo salado y esa carrerita hacia la orilla tabla en mano. Esa imagen nos gusta tanto como la de los cuerpos enfundados en neopreno tirando de una cometa enorme de colores brillantes pidiendo pista. Y es que seas como seas la sensación de hacer kitesurf es poderosa.
Tonificas todo el cuerpo y no necesitas hacer un gran esfuerzo para intentarlo. Cualquiera puede probar y entrenar hasta conseguir volar sobre las olas. Ya seas niño, joven o mayor, tu cuerpo te agradecerá un ejercicio que fortalecerá brazos, abdomen, piernas y manos. Es importante tener unas manos fuertes, y qué mejor manera de ejercitarlas que agarrando una barra que te conecte con la fuerza del viento. El kitesurf combina ejercicio aeróbico con ejercicio de resistencia; es como correr y hacer pesas a la vez, solo que no lo notas porque te lo estás pasando tan bien que el esfuerzo es lo de menos. Conectar con los elementos de la naturaleza y los materiales de kitesurf te obliga a concentrarte tanto que lo fusionas todo y eso mejora tu coordinación y tus reflejos.
Adrenalina para tu sistema (menos) nervioso
Sí, has leído bien, menos nervioso porque la adrenalina va a liberarte de todo el estrés que la vida cotidiana te echa sobre los hombros. El corazón como una bala y la euforia de la experiencia extrema hacen que desconectes para darlo todo.
El estrés te hace polvo el sistema inmune, así que un deporte extremo como el kitesurf dará un golpe de energía extra a tus defensas haciéndote una persona más resistente. El contacto con la naturaleza, el aire limpio, la ausencia de ruidos mecánicos y tareas aburridas hace el resto. ¡Respira!
Atreverte a poner a prueba tu equilibrio y enfrentarte al reto que nos supone salir de la zona de confort (que, admítelo, pocas veces implica alejarse del sofá). Romper con las limitaciones que nosotros mismos nos ponemos es satisfactorio a más no poder, tu valor crece tanto como tu amor propio, ¡bien por ti!
Amigos en cada spot
Los eventos que reúnen a los amantes del kitesurf son un cultivo de buen rollo asegurado. Pero también la reunión en la playa de personas que han ido a probar, a hacer su primer curso de kitesurf en Tarifa, o que durante un viaje se han acercado a ver qué son esas cometas en el cielo, invitan a compartir.
Vengas de donde vengas, seas quien seas, en la orilla agarrado a tu barra mientras intentas dominar el viento que empuja tu cometa ya formas parte de la comunidad kitesurfera. Si la fuerza de la naturaleza te pone en apuros enseguida encuentras quien corra a ayudarte con naturalidad y empatía, lo que ayuda a romper el hielo y hacer amigos en el chiringuito al final del día.
El kitesurf estimula la capacidad de relacionarse con otras personas y con el medio ambiente. No querrás que nada destruya el entorno en el que conectas con la naturaleza. Durante unos instantes podrás volar, o sentir la belleza del mundo marino como algo tuyo. Sin duda lo más extremo de este deporte no es el riesgo, sino la sensación de estar más vivo que nunca.